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Tendr�as que haber visto el careto angelical de un servidor
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el d�a de mi primera comuni�n.
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Disfrazado de contraalmirante y repeinado en pelo con fijador,
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no veas c�mo era el cante que iba dando yo.
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Cuando el p�rroco se inclin� hacia m� tembl� de emoci�n,
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iba a llegar a mis labios el dulce manjar.
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Pero no puede recibir el sacramento,
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me lo impidi� un violento ataque de tos.
Diecis�is veranos despu�s me vi de pinguino ante el altar otra vez
decidido a casarme por fin con Mari Cruz.
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Al sonar la marcha nupcial a mi pobre suegra le dio por llorar,
me hizo un gui�o la novia bajo el velo de Tul.
'�Quieres -dijo- Frai Bernab� por esposa a esta mujer?'
Raudo y feliz iba yo a responder que s�.
Pero no pude consumar el casamiento,
me lo impidi� un violento ataque de tos.
Cuando la parentela que nunca me trag� supo que me mor�a,
alrededor del lecho del dolor velaron noche y d�a.
Pero no soy tan tonto para no advertir que al calorcillo de la herencia
se reconcilian Abel y Ca�n y el Tajo pasa por Valencia.
La bruja de mi nuera 'Pap� -me dijo- le conviene testar,
p�ngase usted gafas, le traigo pluma y papel.'
Pero no consegu� firmar el testamento
porque me mat� un violento ataque de tos.
