Letra de Cent�simas Del 178 Al 300 - Violeta Parra
Letra de canci�n de Cent�simas Del 178 Al 300 de Violeta Parra lyrics
Ciento setenta y ocho alas
yo tengo para volar,
ciento setenta y nueve has
de sufrir para contarlas,
ciento ochenta p�atajarlas
horas habr�s de correr,
angustia hai de padecer
y muy terribles apuros
y aun ciento ochenta y uno
pesares por suceder.
Ciento ochenta y dos senderos
me faltan, amado m�o,
por encontrar los sent�os
que sufro con desespero,
ciento ochenta y tres luceros
me brillan con tu retrato
y los ciento ochenta y cuatro
rel�mpagos que persigo
son los ciento ochenta y cinco
peca�os que me delato.
Me est� faltando la juerza
para el ciento ochenta y seis,
a ver si perdonar�is
la falla de mi cabeza,
mas conservo la certeza
porque el ciento ochenta y siete
es quien se atreve y se mete
con el ciento ochenta y ocho
que entre arpillera y gangocho
no hay diferencia tan juerte.
Mojemos el lapicero
que va el ciento ochenta y nueve
cobrando lo que le debe
la tinta con el tintero,
ciento noventa primero
algo tendr� que decir,
en esto de ir y venir
el ciento noventa y uno
cabr�o, oveja y vacuno
para contar y servir.
Ciento noventa y dos llega
y el ciento noventa y tres
cual un gatito mont�s
como que pega y no pega
la alverja que no se riega
no ha de llegar a los platos
y el ciento noventa y cuatro
ya va saliendo truinfante,
ciento noventa y cinco antes
que me molesten los flatos.
Nombrando la cantidad
que al punto me escuchar�is
el ciento noventa y seis
sale con gran majestad,
con mucha serenidad
el ciento noventa y siete
sin d�rselas de metete
al ciento noventa y ocho,
le dice mientras me abrocho,
vamos, compaire puntete.
Dos pa� llegar a la meta
me est� faltando relieve
al ciento novent� y nueve
se le afloj� la escopeta,
chirriando va la carreta
con alegr�a y contento,
si tengo el merecimiento
quiero arreglar la garganta
y me hey de sacar la manta
para cantar los doscientos.
Ya estoy raspando la voz
porfiando como los burros,
aqu� va el doscientos uno,
tam�i�n el doscientos dos,
para sacar el arroz
preciso doscientos tres
quintales de blanca tez
como es el bicarbonato,
me sale el doscientos cuatro
sin ning�n mal proceder.
Doscientos cinco a la punta,
doscientos seis alcanzando
doscientos siete agitando
que se esparrame la yunta,
mis bestias todas por juntas
las llevo para el corral,
doscientos ocho al canal,
doscientos nueve al potrero,
doscientos diez al sendero
camino del higueral.
Doscientos diez desenga�os,
doscientos once mudanzas,
doscientos doce a�oranzas
me causan terribles da�os,
de espalda sobre un esca�o,
doscientos trece pensares,
doscientos catorce mares
navega mi pensamiento,
doscientos quince elementos
pa� desgracia de mis males.
Doscientos diecis�is pares
de pa�uelitos llora�os,
doscientos diecisiete a�os
al hoyo con los pesares,
doscientos dieciocho sales
pa� los ataques tormentos
y diecinueve doscientos
remedios pa�l sarampi�n
y para el mal del amor
son muchos los condimentos.
Doscientos veinte doctores
preciso de consultar
y doscientos veinti�n val�
receta pa� mis temores,
doscientas veintid�s flores
hey de tomar agua�e pasto
y doscientos veinticuatro
hey de aspirar a la vez
y el doscientos veintitr�s
lo dejo para otro rato.
Doscientos veinticinco era
la cantidad prencipal,
doscientos veintis�is par
la cantidad pasajera,
dos veintisiete embustera
que al dos veintiocho persigue,
duro se pone el colig�e
del doscientos veintinueve,
doscientos treinta que pruebe
las tripas de los chirig�es.
As� como va la cosa,
no s� ni del desayuno
con doscientos treinta y uno
se cansa la mariposa,
doscientos treinta y dos rosas
florecen como un tropel
m�s doscientos treinta y tres
brillando est�n con sus quejas
y dos treinta y dos avejas
las entreteje en su miel.
Bajaron al Dios del cielo
doscientos treinta y un �ngel
y una hilera de arc�ngel,
doscientos treinta y seis velos
cual m�s hermosos destellos
luc�an lindos aretes
y doscientos treinta y siete
medallas de fino corcho
m�s doscientos treinta y ocho
presillas y presilletes.
Doncellas de carne y hueso
hay doscientos treinta y nueve
bailando sobre la nieve
bajo un maduro cerezo
doscientos cuarenta besos
le donaremos al Dios puro,
doscientos cuarenta y uno
al Padre que los fund�,
doscientos cuarenta y dos
por su querer tan beni�no.
Doscientos cuarenta y tres
flautistas del anfiteatro,
doscientos cuarenta y cuatro
manjares de leche y miel,
de un pueblo tranquilo y fiel
a su orillita yo me hinco
doscientos cuarenta y cinco
instantes de devoci�n
que viene bajando el Dios
del trono de San Francisco.
Doscientos cuarenta y seis
hermosas querubinetes,
doscientos cuarenta y siete
guirnaldas de flor de mey
al paso del santo rey
aclara su agua el Mapocho
doscientos cuarenta y ocho
minutos se han de parar
ning�n pez ha de nadar
en este d�a glorioso.
Yo soy una penitenta
y a una penitencia me mueve,
doscientos cuarenta y nueve
o bien doscientos cincuenta,
mirada fina y atenta
paso a los �ngeles rubios,
doscientos cincuenta y uno
le hacen la ronda triunfal
al �nico y prencipal
monarca rey de este mundo.
Doscientas cincuenta y dos
corvinas yo trasquil�,
doscientos cincuenta y tres
kil�metros me nad�,
la oveja que tengo yo
mares adentro no falto,
doscientos cincuenta y cuatro
gallinas ponen a un tiempo
en la pileta de un templo
la noche de San Morato.
No digo ponderaci�n
lo que pas� en el p�lpito
doscientos cincuenta y cinco
semanas dur� un serm�n,
se aburre el cura mayor,
el sacrist�n dice am�n,
https://www.coveralia.com/letras/centesimas-del-178-al-300-violeta-parra.php
doscientos cincuenta y seis
cat�licos se entremeten,
doscientos cincuenta y siete
del cura la culpa jue.
Sonaban m�s campanazos
que pa�l valiente diechiocho
doscientos cincuenta y ocho
m�s otros campanillazos,
jam�s se oyeron portazos
que este serm�n de jueves
doscientos cincuenta y nueve
se arm� la feroz contienda
y al cura ni a lazo y rienda
del p�lpito no lo mueven.
Doscientos sesenta veces
lo hicieron callar los diarios,
lo amenaz� el vecindario,
en vano jue por las nueces,
vinieron todos los jueces,
piden silencio no�turno
doscientos sesenta y uno
naiden le calla la voz
doscientos sesenta y dos,
el cura sigue en su turno.
Primero jue de rodillas
pero senta�o despu�s,
doscientos sesenta y tres
se van templando chiquillas,
si juese una maravilla
el sue�o lleg� en un rato,
doscientos sesenta y cuatro
personas se revolvieron
y en el serm�n comprendieron
que el cura es un garabato.
Doscientos sesenta y cinco
solda�os del regimiento
m�s las monjas del convento
mantenidas por el fisco
quer�an darle un mordisco
al sermonero virrey,
doscientos sesenta y seis
le ofrecen darle un moquete,
doscientos sesenta y siete
por hablar juera �e la ley.
El templo se hace peque�o,
de calor ya me sanchocho,
doscientos sesenta y ocho
gritaban con gran empe�o,
m�hijita, ya tengo sue�o,
me deja que me la lleve
doscientos sesenta y nueve
es d�a de enamorar
y el cura en su sermonear
no come, calla ni bebe.
Al fin llegaron los pacos,
m�s de doscientos setenta,
el cura no se da cuenta,
lo agarran de los sobacos,
lo hicieron tragar tabaco
al sermonero toruno,
doscientos setenta y uno
para atajarle la voz,
doscientos setenta y dos
por loco y por iracundo.
En nombre de San Andr�s
voy a seguir mi relato,
doscientos setenta y cuatro,
doscientos setenta y tres,
veo que me lo salt�
mas pa� seguir yo me achico,
doscientos setenta y y cinco
se me escap� como veis,
doscientos setenta y seis,
con esto yo me abanico.
Doscientos setenta y siete
se me encarama en el lape,
se me descuelga del chape
ya escrito, le digo vete,
disparar� como cuete
sobre el pela�o morocho,
doscientos setenta y ocho
aunque otro lo desapruebe
doscientos setenta y nueve
pa� no cantar verso mocho.
Doscientos ochenta justo,
no s� c�mo hey de seguir,
ya se me empieza afligir,
me est� ocasionando susto,
doscientos ochenta y uno
tambi�n me quita raz�n,
doscientos ochenta y dos
me causa dolor de pie,
doscientos ochenta y tres
me baja una picaz�n.
Me dicen que ando al garete,
yo digo que no, Torcuato,
doscientos ochenta y cuatro
para que naide me rete.
doscientos ochenta y siete
ya est� cortando las huinchas,
hay que aflojarle las cinchas
al doscientos ochenta y seis,
amigos, como gust�is
cantemos de pat e� quincha,
Ma�ana me voy pa�l norte
a los campos de Huillinco
doscientos ochenta y cinco
que siento flojo el resorte,
ya tengo mi pasaporte,
me lo ha presta�o un carcocho,
doscientos ochenta y ocho
es n�mero de carnet,
al oficial le dir�
con esto me desabrocho.
Se me hace que ya me falla
doscientos ochenta y nueve
lo que me asusta y conmueve,
lo mesmo que una batalla,
compaire, por la chupalla
lleg� al doscientos noventa,
la frente se me revienta
doscientos noventa y uno,
ves que la soga me anudo
para seguir con la cuenta.
Preciso de g�en refrigerio
para llegar al final;
ay�dame, San Pascual,
con tu saber y criterio
pa� no quiera el cementerio
voy a gritar a lo pato
doscientos noventa y cuatro
lo cantar� con sulfito,
doscientos noventa y cinco
lo cantar� con sulfato.
Ya voy saliendo del tete,
no ve, se�or Lopetey,
doscientos noventa y seis
lo sacar� como flete
doscientos noventa y siete
es n�mero que derrocho,
doscientos noventa y ocho
la juerza me la remueve,
doscientos noventa y nueve
como que yo no lo rocho.
Por fin, oyentes queridos,
la despedida va al punto,
casi los vuelvo difuntos
golpe�ndoles el sent�o,
han encontrado aburr�o
esta mi larga cuenta,
si les hey causado afrenta
con tanta barbaridad
perdonen la cantidad
que ya llegu� a las trescientas.
Otra vez dentra mi hermano
mayor del cuento infinito
y me ha obligado el bendito
escribir a cuatro manos,
me dijo muy soberano
si soi tan g�ena pa�l verso,
a ver si haciendo un esfuerzo
me deletre�i en tus d�cimas
una preciosa cent�sima
m�s larga que el universo.
Que me demoro, le dije,
con esa linda tarea
cocinar� una jalea
del roticuaco y del pije,
lo �nico que me aflige,
no disponer de un papel
y ni siquiera un clavel
pa� sentir su fragancia
que ayuda a toda ignorancia
y adorna todo mantel.
Ayer empec� el trabajo,
lo tengo ya termina�o,
seiscientos escritura�os
vocablos de arriba abajo,
los n�meros a destajo
igual que gallina clueca
les hice bailar la cueca
del uno hasta los trescientos,
perdonen mi atrevimiento
que tengo una pata chueca.
Seiscientos versos listitos
en seis horas cuando mucho
hice correr el serrucho
por todos sus dientecitos,
el seso lo tengo frito,
me suena como campana,
me canta como una rana,
la juerza me dej� sola,
mi cabeza es una bola
que rueda por la ventana.
Imprento la despedida
con un cansancio profano
para entregarle a mi hermano
las d�cimas escrebidas
cansada y muy afligida
saludo con emoci�n
con todo mi coraz�n
al que resiste con calma
la cent�sima del alma
que me sali� de un tir�n.
yo tengo para volar,
ciento setenta y nueve has
de sufrir para contarlas,
ciento ochenta p�atajarlas
horas habr�s de correr,
angustia hai de padecer
y muy terribles apuros
y aun ciento ochenta y uno
pesares por suceder.
Ciento ochenta y dos senderos
me faltan, amado m�o,
por encontrar los sent�os
que sufro con desespero,
ciento ochenta y tres luceros
me brillan con tu retrato
y los ciento ochenta y cuatro
rel�mpagos que persigo
son los ciento ochenta y cinco
peca�os que me delato.
Me est� faltando la juerza
para el ciento ochenta y seis,
a ver si perdonar�is
la falla de mi cabeza,
mas conservo la certeza
porque el ciento ochenta y siete
es quien se atreve y se mete
con el ciento ochenta y ocho
que entre arpillera y gangocho
no hay diferencia tan juerte.
Mojemos el lapicero
que va el ciento ochenta y nueve
cobrando lo que le debe
la tinta con el tintero,
ciento noventa primero
algo tendr� que decir,
en esto de ir y venir
el ciento noventa y uno
cabr�o, oveja y vacuno
para contar y servir.
Ciento noventa y dos llega
y el ciento noventa y tres
cual un gatito mont�s
como que pega y no pega
la alverja que no se riega
no ha de llegar a los platos
y el ciento noventa y cuatro
ya va saliendo truinfante,
ciento noventa y cinco antes
que me molesten los flatos.
Nombrando la cantidad
que al punto me escuchar�is
el ciento noventa y seis
sale con gran majestad,
con mucha serenidad
el ciento noventa y siete
sin d�rselas de metete
al ciento noventa y ocho,
le dice mientras me abrocho,
vamos, compaire puntete.
Dos pa� llegar a la meta
me est� faltando relieve
al ciento novent� y nueve
se le afloj� la escopeta,
chirriando va la carreta
con alegr�a y contento,
si tengo el merecimiento
quiero arreglar la garganta
y me hey de sacar la manta
para cantar los doscientos.
Ya estoy raspando la voz
porfiando como los burros,
aqu� va el doscientos uno,
tam�i�n el doscientos dos,
para sacar el arroz
preciso doscientos tres
quintales de blanca tez
como es el bicarbonato,
me sale el doscientos cuatro
sin ning�n mal proceder.
Doscientos cinco a la punta,
doscientos seis alcanzando
doscientos siete agitando
que se esparrame la yunta,
mis bestias todas por juntas
las llevo para el corral,
doscientos ocho al canal,
doscientos nueve al potrero,
doscientos diez al sendero
camino del higueral.
Doscientos diez desenga�os,
doscientos once mudanzas,
doscientos doce a�oranzas
me causan terribles da�os,
de espalda sobre un esca�o,
doscientos trece pensares,
doscientos catorce mares
navega mi pensamiento,
doscientos quince elementos
pa� desgracia de mis males.
Doscientos diecis�is pares
de pa�uelitos llora�os,
doscientos diecisiete a�os
al hoyo con los pesares,
doscientos dieciocho sales
pa� los ataques tormentos
y diecinueve doscientos
remedios pa�l sarampi�n
y para el mal del amor
son muchos los condimentos.
Doscientos veinte doctores
preciso de consultar
y doscientos veinti�n val�
receta pa� mis temores,
doscientas veintid�s flores
hey de tomar agua�e pasto
y doscientos veinticuatro
hey de aspirar a la vez
y el doscientos veintitr�s
lo dejo para otro rato.
Doscientos veinticinco era
la cantidad prencipal,
doscientos veintis�is par
la cantidad pasajera,
dos veintisiete embustera
que al dos veintiocho persigue,
duro se pone el colig�e
del doscientos veintinueve,
doscientos treinta que pruebe
las tripas de los chirig�es.
As� como va la cosa,
no s� ni del desayuno
con doscientos treinta y uno
se cansa la mariposa,
doscientos treinta y dos rosas
florecen como un tropel
m�s doscientos treinta y tres
brillando est�n con sus quejas
y dos treinta y dos avejas
las entreteje en su miel.
Bajaron al Dios del cielo
doscientos treinta y un �ngel
y una hilera de arc�ngel,
doscientos treinta y seis velos
cual m�s hermosos destellos
luc�an lindos aretes
y doscientos treinta y siete
medallas de fino corcho
m�s doscientos treinta y ocho
presillas y presilletes.
Doncellas de carne y hueso
hay doscientos treinta y nueve
bailando sobre la nieve
bajo un maduro cerezo
doscientos cuarenta besos
le donaremos al Dios puro,
doscientos cuarenta y uno
al Padre que los fund�,
doscientos cuarenta y dos
por su querer tan beni�no.
Doscientos cuarenta y tres
flautistas del anfiteatro,
doscientos cuarenta y cuatro
manjares de leche y miel,
de un pueblo tranquilo y fiel
a su orillita yo me hinco
doscientos cuarenta y cinco
instantes de devoci�n
que viene bajando el Dios
del trono de San Francisco.
Doscientos cuarenta y seis
hermosas querubinetes,
doscientos cuarenta y siete
guirnaldas de flor de mey
al paso del santo rey
aclara su agua el Mapocho
doscientos cuarenta y ocho
minutos se han de parar
ning�n pez ha de nadar
en este d�a glorioso.
Yo soy una penitenta
y a una penitencia me mueve,
doscientos cuarenta y nueve
o bien doscientos cincuenta,
mirada fina y atenta
paso a los �ngeles rubios,
doscientos cincuenta y uno
le hacen la ronda triunfal
al �nico y prencipal
monarca rey de este mundo.
Doscientas cincuenta y dos
corvinas yo trasquil�,
doscientos cincuenta y tres
kil�metros me nad�,
la oveja que tengo yo
mares adentro no falto,
doscientos cincuenta y cuatro
gallinas ponen a un tiempo
en la pileta de un templo
la noche de San Morato.
No digo ponderaci�n
lo que pas� en el p�lpito
doscientos cincuenta y cinco
semanas dur� un serm�n,
se aburre el cura mayor,
el sacrist�n dice am�n,
https://www.coveralia.com/letras/centesimas-del-178-al-300-violeta-parra.php
doscientos cincuenta y seis
cat�licos se entremeten,
doscientos cincuenta y siete
del cura la culpa jue.
Sonaban m�s campanazos
que pa�l valiente diechiocho
doscientos cincuenta y ocho
m�s otros campanillazos,
jam�s se oyeron portazos
que este serm�n de jueves
doscientos cincuenta y nueve
se arm� la feroz contienda
y al cura ni a lazo y rienda
del p�lpito no lo mueven.
Doscientos sesenta veces
lo hicieron callar los diarios,
lo amenaz� el vecindario,
en vano jue por las nueces,
vinieron todos los jueces,
piden silencio no�turno
doscientos sesenta y uno
naiden le calla la voz
doscientos sesenta y dos,
el cura sigue en su turno.
Primero jue de rodillas
pero senta�o despu�s,
doscientos sesenta y tres
se van templando chiquillas,
si juese una maravilla
el sue�o lleg� en un rato,
doscientos sesenta y cuatro
personas se revolvieron
y en el serm�n comprendieron
que el cura es un garabato.
Doscientos sesenta y cinco
solda�os del regimiento
m�s las monjas del convento
mantenidas por el fisco
quer�an darle un mordisco
al sermonero virrey,
doscientos sesenta y seis
le ofrecen darle un moquete,
doscientos sesenta y siete
por hablar juera �e la ley.
El templo se hace peque�o,
de calor ya me sanchocho,
doscientos sesenta y ocho
gritaban con gran empe�o,
m�hijita, ya tengo sue�o,
me deja que me la lleve
doscientos sesenta y nueve
es d�a de enamorar
y el cura en su sermonear
no come, calla ni bebe.
Al fin llegaron los pacos,
m�s de doscientos setenta,
el cura no se da cuenta,
lo agarran de los sobacos,
lo hicieron tragar tabaco
al sermonero toruno,
doscientos setenta y uno
para atajarle la voz,
doscientos setenta y dos
por loco y por iracundo.
En nombre de San Andr�s
voy a seguir mi relato,
doscientos setenta y cuatro,
doscientos setenta y tres,
veo que me lo salt�
mas pa� seguir yo me achico,
doscientos setenta y y cinco
se me escap� como veis,
doscientos setenta y seis,
con esto yo me abanico.
Doscientos setenta y siete
se me encarama en el lape,
se me descuelga del chape
ya escrito, le digo vete,
disparar� como cuete
sobre el pela�o morocho,
doscientos setenta y ocho
aunque otro lo desapruebe
doscientos setenta y nueve
pa� no cantar verso mocho.
Doscientos ochenta justo,
no s� c�mo hey de seguir,
ya se me empieza afligir,
me est� ocasionando susto,
doscientos ochenta y uno
tambi�n me quita raz�n,
doscientos ochenta y dos
me causa dolor de pie,
doscientos ochenta y tres
me baja una picaz�n.
Me dicen que ando al garete,
yo digo que no, Torcuato,
doscientos ochenta y cuatro
para que naide me rete.
doscientos ochenta y siete
ya est� cortando las huinchas,
hay que aflojarle las cinchas
al doscientos ochenta y seis,
amigos, como gust�is
cantemos de pat e� quincha,
Ma�ana me voy pa�l norte
a los campos de Huillinco
doscientos ochenta y cinco
que siento flojo el resorte,
ya tengo mi pasaporte,
me lo ha presta�o un carcocho,
doscientos ochenta y ocho
es n�mero de carnet,
al oficial le dir�
con esto me desabrocho.
Se me hace que ya me falla
doscientos ochenta y nueve
lo que me asusta y conmueve,
lo mesmo que una batalla,
compaire, por la chupalla
lleg� al doscientos noventa,
la frente se me revienta
doscientos noventa y uno,
ves que la soga me anudo
para seguir con la cuenta.
Preciso de g�en refrigerio
para llegar al final;
ay�dame, San Pascual,
con tu saber y criterio
pa� no quiera el cementerio
voy a gritar a lo pato
doscientos noventa y cuatro
lo cantar� con sulfito,
doscientos noventa y cinco
lo cantar� con sulfato.
Ya voy saliendo del tete,
no ve, se�or Lopetey,
doscientos noventa y seis
lo sacar� como flete
doscientos noventa y siete
es n�mero que derrocho,
doscientos noventa y ocho
la juerza me la remueve,
doscientos noventa y nueve
como que yo no lo rocho.
Por fin, oyentes queridos,
la despedida va al punto,
casi los vuelvo difuntos
golpe�ndoles el sent�o,
han encontrado aburr�o
esta mi larga cuenta,
si les hey causado afrenta
con tanta barbaridad
perdonen la cantidad
que ya llegu� a las trescientas.
Otra vez dentra mi hermano
mayor del cuento infinito
y me ha obligado el bendito
escribir a cuatro manos,
me dijo muy soberano
si soi tan g�ena pa�l verso,
a ver si haciendo un esfuerzo
me deletre�i en tus d�cimas
una preciosa cent�sima
m�s larga que el universo.
Que me demoro, le dije,
con esa linda tarea
cocinar� una jalea
del roticuaco y del pije,
lo �nico que me aflige,
no disponer de un papel
y ni siquiera un clavel
pa� sentir su fragancia
que ayuda a toda ignorancia
y adorna todo mantel.
Ayer empec� el trabajo,
lo tengo ya termina�o,
seiscientos escritura�os
vocablos de arriba abajo,
los n�meros a destajo
igual que gallina clueca
les hice bailar la cueca
del uno hasta los trescientos,
perdonen mi atrevimiento
que tengo una pata chueca.
Seiscientos versos listitos
en seis horas cuando mucho
hice correr el serrucho
por todos sus dientecitos,
el seso lo tengo frito,
me suena como campana,
me canta como una rana,
la juerza me dej� sola,
mi cabeza es una bola
que rueda por la ventana.
Imprento la despedida
con un cansancio profano
para entregarle a mi hermano
las d�cimas escrebidas
cansada y muy afligida
saludo con emoci�n
con todo mi coraz�n
al que resiste con calma
la cent�sima del alma
que me sali� de un tir�n.